En plena campaña trufera, un grupo de fieles mochileros nos desplazamos hasta Vistabella para descubrir los secretos del llamado "oro negro" o "diamante negro" de la gastronomía. La salida tuvo lugar por la mañana. Fue sobre las 11:00h cuando llegamos al pueblo más alto de la Comunidad Valenciana para reunirnos con los amigos del Rostidor de l'Alforí. Tras tomar un café para reconfortarnos del viaje, volvimos a nuestros vehículos derechos a los campos de trufas. Allí, con la ayuda de nuestros guías locales y de "xiqui" la perra trufera que nos acompañó, empezó nuestra aventura. La altitud y las condiciones climatológicas de Vistabella confieren a sus tierras unas características únicas para producir trufas de primera calidad, especiales en cuanto a aroma y sabor se refiere. La entidad responsable de la mayor producción de trufas en Vistabella es Biopenyagolosa, una cooperativa agrícola que nace en 2011 de la mano de un grupo de emprendedores implicados con la agricultura sostenible y la revitalización de su localidad. Para garantizar la máxima calidad del producto y su máxima durabilidad, los truficultores de Biopenyagolosa recolectan bajo demanda. Como todos los productos, cuanto más tiempo pasen en su hábitat natural, las trufas conservan mejor sus cualidades. Las trufas de Biopenyagolosa, cuentan además con el certificado de Producto natural de la Comunidad Valenciana así como el distintivo de producto ecológico. Nada más empezar nuestra excursión "xiqui" se detiene cerca de una de las carrascas, abre las patas de atrás y empieza a cavar un agujero. Rápidamente su adiestrador la aparta para evitar que con las patas rompa la tuber melanosporum que estamos a punto de descubrir y la sigue desenterrando con la ayuda de una pala. Del simple hecho de remover la tierra ya empezamos a oler el característico aroma de la trufa y de pronto, ¡ahí está! nuestra primera unidad. Esta es muy pequeña. De ella, rompemos un trocito que esparcimos en el agujero para facilitar su producción futura. La otra parte es para Xiqui, como recompensa y aliciente para seguir buscando. Durante las próximas 2 horas, sacamos unos 620 gramos de trufa, cada vez más grandes y aromáticas, una auténtica pasada. Finalmente, tras una productiva mañana, volvemos al Rostidor del Alforí, donde disfrutamos de una gran comida condimentada con el mejor de los complementos: la trufa negra. La trufa es uno de los elementos más importantes de la cooperativa Biopenyagolosa, tanto por sus cualidades organolépticas como por su situación de regularidad. Mientras que el mercado de la trufa es un mercado negro y clandestino, la cooperativa de Vistabella, apuesta por regular el comercio del tubérculo y controlar muy estrictamente tanto su calidad como su trazabilidad. Para ello, se ocupan de realizar un estudio de cada trufa que venden y acompañar el producto de un certificado de autenticidad. Nosotros disfrutamos muchísimo tanto de la excursión como de la comida, sin duda fue una gran experiencia turístico-gastronómica. Si queréis, como nosotros vivir una jornada como esta, no dudéis en escribirnos, ¡os lo organizamos todo!
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